Luis Alberto Arriaga sonríe a la cámara: se le ve sentado en el banco de un bar de la avenida Juárez en la capital poblana. Visiblemente contento, decide subir la foto a su perfil de facebook. Le llueven mentadas de madre. El medio informativo de su enemigo, el varias veces fallido candidato Julio Lorenzini, toma la imagen y la publica con una nota que dice que el exalcalde está en Dubai.
Luis Alberto no está en Dubai.
Pero como si estuviera.
Mejor que si estuviera: se robó hasta las macetas del ayuntamiento de San Pedro #Cholula.
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Paola Angón cambia su foto de perfil en Facebook. Se retrata abrazada a su hombre, José Luis Carpinteyro, quien, gracias a la presión de la presidenta del PAN poblano, fue sustituido en #Sosapach por Jorge Gómez Carranco, un pájaro de cuenta aún peor que el amante de la alcaldesa.
Paola quiere gritar a los cuatro vientos que José Luis es el amor de su vida, que lo que antes era un escándalo para los cholultecas, ahora debe ser la más grande historia de amor. Carpinteyro sigue despachando los asuntos públicos en una oficina privada que le pagan los contribuyentes.
Se dice que Carpinteyro fue sorprendido recibiendo un soborno millonario en las oficinas del sistema operador del agua.
Tendrá que ser más discreto de ahora en adelante.
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Es 2021. La sucesión de la alcaldía de Cholula se está llevando a cabo. Es de dominio público que Luis Alberto Arriaga ha pasado la estafeta a Paola Angón, dada su notoria rivalidad con el candidato de su partido, un panista infiltrado.
Gracias a los escándalos sexuales que comprometieron la reputación de su rival y del apoyo financiero y operativo de Luis Alberto Arriaga, Paola Angón llega a la presidencia de San Pedro Cholula, sin experiencia y sin la pericia para llegar a obtenerla. Está pasando por un momento económicamente difícil: la pequeña escuela que administra no es rentable, no le da para vivir bien.
El triunfo de Arriaga provino de los sucios tratos que concretó su padrino político, el ahora prófugo José Juan Espinosa. Luis Alberto sabe sumergirse en el fango y lo hará nuevamente con tal de borrar su rastro de millonario latrocinio.
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En un restaurante ubicado detrás del exconvento franciscano, Paola y Luis se sientan a charlar en privado.
Negocian el relevo: hablan de dineros, nóminas, presupuestos. Angón acepta el trato clandestino, a cambio de que Arriaga no sufra las consecuencias de su corrupción. El alcalde saliente le deja como entenados a una serie de personajes que lo ayudaron a ejecutar toda clase de actos de corrupción. Todos los que usted, amable lector, pueda imaginar. Piensa que a Paola le servirán de igual forma. Paola se los compra.
Para no despertar la furia de su partido y para legitimarse en el poder, Paola finge una enconada rivalidad con Luis Alberto: se queja de que Arriaga había dejado vacías las arcas municipales. La alcaldesa había encontrado la excusa perfecta para evadir sus responsabilidades.
El resto de la historia es conocida por todos.
La ciudad se inunda de basura, las calles se llenan de inseguridad como nunca antes. No hay agua. Los impuestos y las trabas para el comercio son el pan de cada día. Paola reprime igual a manifestantes que a locatarios y ciudadanos que no le son afines. No tiene piedad por nadie. Soborna a los presidentes auxiliares para limpiar su inexistente relación con la ciudadanía.
Angón no da la cara.
No tiene cara para responder. No le importa, ella está enamorada y ahora es rica.
Su buena voluntad de rescatar a Cholula de los ladrones que la antecedieron es tan falsa como su recién exhibido título académico, obtenido de la única forma en la que sabe maniobrar, por medio del engaño y la mentira.
Por todas partes, los cholultecas exigen su renuncia. Es un clamor popular.
Paola Angón mira su foto de perfil. Tiene amor y dinero. Para ella, Cholula se puede ir al abismo. Total.